miércoles, 27 de junio de 2012

Sensaciones de un bibliotecario

De cómo queremos ser vistos

Cuando comencé en mi nuevo trabajo nadie sabía que yo era documentalista. Al segundo día de entrar, en el comedor, una compañera le dijo a otra: "tengo una amiga que tiene un trabajo de la leche. Está todo el día sin hacer nada, acomodando libros en estanterías. No me acuerdo de lo que estudió...". Al ver que no le salía la palabra mágica se la soplé: "biblioteconomía" le dije. "Si, si, eso."

Estas compañeras no podían comprender que yo, pudiendo estar mirando el techo, estuviera montando un archivo en la oficina, liado con tablas y bases de datos; "pensaba que eras informático" fue la frase lapidaria. Desde ese día hago esfuerzos sobrehumanos para intentar cambiar esa imagen que tiene la gente de mi profesión. Yo no estudié para mirar el techo, ni para acomodar libros en una estantería. Mi trabajo es que la información esté disponible en cualquier momento y lugar, para quien la necesite.

No quiero entrar en el debate de si está bien o mal que los profesores enseñen asignaturas de cara a que los alumnos nos presentemos a oposiciones. Yo creo que, como comenté en otro hilo, hay espacio para un documentalista en cualquier empresa. Tal vez los profesores deberían centrarse en eso: en mostrar los usos prácticos de la documentación en la sociedad. Tal vez los profesionales deberíamos hacer más por nuestra profesión.





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